La palabra “invasión” nos evoca imágenes de un pueblo tomando a fuerza de palos (o tiros) el territorio de otro, o a una flotilla de platillos voladores que intentan dejarnos sin planeta. Sin embargo, hay otra clase de invasión, silenciosa y gradual, casi invisible, pero no por ello menos peligrosa. Se trata de las especies foráneas que arriban a un ecosistema diferente al propio y, gracias a la ausencia de depredadores naturales, se hacen fuertes poniendo en peligro a las especies autóctonas. En Europa, por ejemplo, existen más de 11.000 especies cuyo origen es ajeno al continente pero que, por una u otra razón, se han multiplicado de forma alarmante. Solamente en España hay 1.400 especies invasoras.
El primer inventario de especies invasoras en Europa, realizado por un equipo internacional en el que han participado investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), dentro del proyecto europeo Delivering Alien Invasive Inventories for Europe (DAISIE, o Inventario Europeo de Especies Exóticas Invasivas en Expansión), muestra números alarmantes. Se destacan, por ejemplo, un centenar de especies no autóctonas que tienen el potencial de hacer un gran daño al medio ambiente y a las economías locales. En Málaga, por ejemplo, existen cuatro invasores peligrosos: el ailanto, la acacia, la uña de león y el cangrejo rojo americano. Todas amenazan la biodiversidad y a otras especies locales.
La medusa atlántica “carabela portuguesa”, que recientemente fue hallada por unos pescadores en el Puerto de Málaga, es otra especie foránea. Pero al encontrarse en cantidades poco importantes no pone en peligro a otras medusas mediterráneas, peces, algas o crustáceos. Sin embargo, al igual que las otras 11.000 catalogadas por DAISIE, deben ser vigiladas de cerca para que no se transformen en un problema.
Particularmente alarmante es la multiplicación de algunos insectos, bastante más difíciles de controlar y combatir, como el denominado mosquito tigre. Esta variedad puede transmitir hasta 22 enfermedades y se supone que llegó a tierras europeas desde el Sudeste Asiático. Sus picaduras son muy dolorosas y entre las enfermedades que puede transmitir se encuentran el chikungunya y el dengue. Este mosquito no se había detectado nunca en España, hasta que se lo descubrió en Catalunya en 2004. Cinco años después, los investigadores del CSIC aseguran que el mosquito tigre es una de las 100 especies invasoras más dañinas. No es la única: el pasado mes de enero se confirmó que el pez dojo, originario de aguas asiáticas, había colonizado el delta del Ebro, donde pudieron contabilizarse decenas de miles de ejemplares en el tramo final del río. El pez dojo pone en peligro el futuro de la colmilleja o del pez fraile, un ecosistema que ya se encuentra amenazado desde hace años por otras especies foráneas como el siluro.
Afortunadamente el problema está comenzando a ser tomando en serio. Sin ir más lejos, el proyecto DAISIE ha documentado todas estas especies y puesto a punto una completa base de datos. En ella pueden encontrarse fichas con las características de todos los animales y plantas inventariados y, lo más interesante, recomendaciones para frenar su expansión. También sería bienvenida una legislación más severa y controles más exhaustivos a la hora de revisar los transportes de mercancías. Esto permitiría detectar a tiempo la llegada de ejemplares exóticos, antes de que se conviertan en una plaga. Puede argumentarse que estos controles cuestan dinero y que en una época de crisis es difícil obtener financiamiento, pero no hay que olvidar que durante los últimos diez años solo la gestión de las plantas invasoras en España ha costado 50 millones de euros. Según los investigadores del CSIC, de 11.000 especies, sólo se conoce el impacto ecológico de 1.094. Esto representa nada más que el 10% del total.
Además del mosquito tigre y el pez dojo ya mencionados, España sufre por la presencia del Mejillón cebra (Dreissena polymorpha), un molusco bivalvo procedente del Mar Caspio y del río Ural. Además de competir con los mejillones nativos, causa una grave reducción del fitoplancton disuelto y modifican la composición de los fondos fluviales. Además, afecta a las construcciones hidráulicas. El cangrejo rojo (Procambarus clarkii), originario de México y sur de Estados Unidos, comenzó a extenderse por los embalses y lagunas españolas en la década de los 70. Hoy día constituye una amenaza por ser transmisor del hongo Aphanomices astaci, que causa una enfermedad mortal en los cangrejos autóctonos.
Como puede verse, no hacen falta horribles y despiadados seres de otro planeta para sufrir una invasión. Pequeños seres bien terrestres (y muchas veces desconocidos por el gran público) pueden causarnos graves problemas. El reto que debemos enfrentar es la implementación de mecanismos que logren reducir la presencia de animales y plantas provenientes desde otras latitudes. De no hacerlo estaremos hipotecando la rica biodiversidad de esta región.
Gracias a www.neoteo.com
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